“Perú, tierra fértil para el espectáculo político: donde la polémica reemplaza al progreso”
Que la política peruana sea tierra fértil para el espectáculo —para el ruido, la pose y el aplauso fácil— no debería sorprendernos. Pero hay momentos en que la teatralidad deja de ser anécdota y se convierte en agravio: cuando se celebra como “hazaña” lo que no es más que un circo que nos distrae de los verdaderos problemas que sufren millones de peruanos. Ver a congresistas de la derecha radical pavoneándose por decisiones que apuntan más al show que al bienestar común provoca, sencillamente, vergüenza ajena.
Columna de Opinión | Por Dimas Perú
En apenas unos días, el escenario político se ha llenado de gestos grandilocuentes: declaraciones de personas non gratas, expulsiones diplomáticas y discursos inflamados que se presentan como victorias patrióticas. Sin embargo, detrás de tanto ruido, la pregunta sigue siendo la misma: ¿qué gana el pueblo peruano con todo esto?
Cuando un congresista —como Alejandro Muñante y su grupo— se regocija por estos “triunfos” en redes y medios, el ciudadano de a pie tiene todo el derecho de preguntarse: ¿esto mejora mi seguridad, mi empleo, la educación de mis hijos? Porque mientras algunos aplauden sus propias arengas, el pueblo sigue viviendo con miedo a la delincuencia, enfrentando hospitales colapsados, escuelas sin maestros y calles tomadas por la extorsión y el crimen.
La soberanía no se defiende con discursos ni expulsando embajadores; se defiende construyendo un país justo, seguro y digno para todos. La verdadera grandeza de un Estado se mide en su capacidad para proteger a su gente, no en el volumen de sus gestos políticos.
Es necesario recordar que los mismos congresistas que hoy se proclaman guardianes de la patria son los que ayer hundieron al país en crisis institucionales, vacando presidentes, manipulando leyes y negociando con la corrupción. Es fácil hacer ruido y agitar banderas desde un atril; lo difícil es tener el coraje de aprobar leyes efectivas contra la delincuencia, sancionar con severidad la corrupción o reformar un sistema judicial que aún ampara la impunidad.

El Perú no necesita patrioterismo, necesita patriotismo real, de aquel que se demuestra trabajando, rindiendo cuentas y sirviendo al pueblo con decencia. Mientras los discursos llenan titulares, los problemas estructurales —la inseguridad, la pobreza y la desigualdad— siguen creciendo en silencio, sin encontrar respuestas serias.
La política peruana debe reencontrarse con la ética, la verdad y la responsabilidad. No se trata de quién grita más fuerte, sino de quién construye con hechos. En las próximas elecciones, el pueblo tendrá la oportunidad de cerrar el paso a estos actores del show, a estos parásitos del Estado que viven de la confrontación y el escándalo. No con odio, sino con memoria y dignidad democrática.
Al final del día, los peruanos solo pedimos lo esencial: vivir sin miedo, trabajar con dignidad y confiar en las instituciones. Pero eso solo será posible cuando la política deje de ser un escenario de vanidades y vuelva a ser un servicio al país.
Menos palabras, más acción. Menos show, más soluciones.
Y sobre todo, menos vergüenza ajena.
Por Dimas Perú
Director de Red Comunicadores Press
📍 Lima – Pucallpa, noviembre de 2025
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