En los últimos tiempos, se ha vuelto común ver a personas que asumieron el rol de críticos públicos, señalando a empresarios, funcionarios y autoridades con una vehemencia que, en ocasiones, cruza la línea de la verdad para instalarse en la desinformación.

Lo alarmante no es solo la ligereza con la que se manchan honras, sino la motivación que suele ocultarse detrás: el interés personal.

El problema se agrava cuando, luego de lanzar feroces ataques desde medios o redes, estos "críticos" cambian radicalmente su discurso tras llegar a un arreglo con la persona o entidad criticada. De pronto, quienes ayer eran el blanco de sus denuncias, hoy son tratados con suavidad y complacencia.

¿Qué ha ocurrido? La respuesta es simple y alarmante: chantaje.

Estas prácticas no solo atentan contra la ética periodística, sino que constituyen delitos como la coacción, la difamación y la extorsión. Cuando se involucran medios de comunicación y existen patrones reiterativos, podríamos estar frente a organizaciones criminales disfrazadas de comunicadores sociales.

Por eso, es vital comprender que la libertad de expresión no es sinónimo de calumnia ni de manipulación mediática. Expresar libremente una opinión implica también una responsabilidad: educar, generar conciencia y fomentar una ciudadanía crítica.

Un comunicador social ético no busca rédito económico a través de sus críticas, sino que encuentra en su labor una forma de servicio público.

Ningún periodista o locutor debería recibir un sueldo o establecer negocios con quienes critican, pues eso socava su credibilidad y convierte su ejercicio comunicacional en un acto delictivo.

La crítica con valores es necesaria, pero el chantaje disfrazado de periodismo debe ser erradicado.

Finalmente, si una autoridad siente que está siendo víctima de presión mediática con finos oscuros, no tiene solo el derecho, sino la obligación de formalizar la denuncia correspondiente.

El chantaje y la extorsión deben enfrentarse con firmeza, porque la democracia no puede construirse sobre los fundamentos de la impunidad y la manipulación.