Por Dimas Perú

En tiempos de incertidumbre y polarización, los líderes tienen la obligación de ser promotores del desarrollo, la paz y el diálogo, no de la confrontación. La construcción de un país justo y equitativo no se logra a través de privilegios ni intereses individuales, sino mediante alianzas auténticas y desinteresadas que prioricen el bien común.

Un líder que busca el verdadero progreso debe entender que su misión es unir, no dividir. La mezquindad y la ambición personal destruyen cualquier oportunidad de generar cambios reales y duraderos. 

El diálogo abierto y sincero, junto con la creación de consensos, debe ser el camino hacia un desarrollo sostenible. Este tipo de liderazgo demanda una visión más amplia y generosa, donde las alianzas no estén condicionadas por la búsqueda de poder o beneficios, sino por el deseo de ver florecer a la nación.

Erradicar los privilegios es esencial para construir una democracia saludable. Los líderes no solo deben predicar con palabras, sino también con acciones que demuestren su compromiso con la igualdad. 

Practicar lo que se predica es la clave para ganarse la confianza del pueblo, y esa confianza se fortalece cuando se actúa con transparencia y ética. Los líderes deben ser los primeros en renunciar a los privilegios injustificados, convirtiéndose en ejemplos vivos de servicio público.

El liderazgo responsable es aquel que genera oportunidades para todos, promueve el respeto, y antepone el bienestar de la nación a cualquier interés personal. Solo de esta manera, a través de la paz, el diálogo y la unidad, se podrá construir un país que avance hacia un futuro más próspero e inclusivo.